dimecres, 27 de novembre del 2019

José Valencia & Juan Requena



José Valencia & Juan Requena
Sandaru. SFB El Dorado, 21 de noviembre de 2019
Muchas ganas de escuchar a este cantaor en una sala pequeña y en este formato de guitarra y cante. Lejos de esos espectáculos dónde queda escondido atrás. Empezó el guitarrista Juan Requena con una larga y bonita entrada por soleà y Valencia con muchos ayes para templar. La cosa empezaba bien. Valencia sabe que tiene una voz potente y equilibrada, la única pega es que a veces se le olvida que no está atrás y grita demasiado, pero se le puede perdonar. Cantó largo y arriesgando desde la primera estrofa. Explicó que iba a hacer unas granainas que acabaría en abandolaos, aun que suelen hacerse malagueñas con abandolaos Valencia quiere hacerlo con granainas.  De nuevo entrada preciosa de Requena, ya en el 2016 cuándo presentó en esta misma sala su Arroyo de miel dejó claro su calidad como guitarrista. Y entrada jonda de Valencia que está a gusto y se nota. Siguieron por tientos / tangos para presentar unos cantes que le ha cedido Manuel de Paula que le está dirigiendo su nuevo proyecto Con jerarquía. Tientos antiguos que Valencia defiende con fuerza. Este cantaor siempre ha apostado por el cante gitano y lo que conlleva de rigor y esfuerzo. El público siempre respetuoso iba soltando expresiones de agrado que salían del alma. Requena cincelaba el sonido con rigor para no comerse ni un solo detalle del cante. Valencia palmeaba con gusto, no pudiendo estarse quieto por la emoción que llevaba dentro. 

De nuevo entrada virtuosa de Requena, para seguir con otro de los palos con más riesgo, unas tarantas que empieza con la letra de Una mañana de niebla (Niño de Medina) la noche iba de cantes profundos y todos nos dejábamos llevar por esa jondura que se agradece en esta sala. Propusieron un cambio de territorio yéndose para Cádiz, pero incluso las cantiñas que hizo iban a tener la  fuerza que definía el concierto, volvía a demostrar la pareja, por un lado su perfecta compenetración y por otro, la apuesta por rebuscar en cualquier cante lo que le dé la originalidad que lo hace grande. Y pasó a la seguiriya, estaba claro que la voz estaba caliente para cualquier desafío. Trago de agua compartido (hasta en eso estaban unidos)  y adelante, tensión en los acordes de Requena, fuerza y seguridad en las pulsaciones, y brillo en los caracoleos. Y Valencia entra con toda la negrura que merece este cante. Valencia arrastraba el tiempo sin compasión, seguro de que Requena se acoplaba como fiel escudero y no le iba a fallar en ningún momento, eso le permitía arrastrar y sufrir en cada copla según su propia respiración se lo pedía. Y llegaron las bulerías, hasta el público necesitaba descansar de tanta tensión ¡no es bueno abusar de jondura! Pero como era de esperar después de acordarse de su Sevilla querida, enseguida se va a letras más propias de solea que de bulerías, le podía la tragedia. Incluso para los bises, que los hubo, nada de fiesta jerezana, ni mucho menos, se fue adelante sin micro y se metió con unos martinetes de los que te dejan más sobrecogido de los que ya estabas. Cante gitano de muchos quilates. Una noche de las que se recuerdan.  Fotografías: Joan Cortès Benages  


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