dilluns, 11 de novembre del 2019

Dave Douglas & Uri Caine

Dave Douglas & Uri Caine
Woll Damm Barcelona Jazz Festival. 29 de octubre de 2019
El trompetista Dave Douglas (Nueva Jersey, 1963) puede considerarse como uno de los músicos de jazz más importantes de los últimos 25 años, no sólo por sus cualidades como instrumentista y compositor, sino sobre todo por la diversidad de formaciones y proyectos en que se involucra continuamente. Aun que casi siempre residió en Nueva York, suele recordar en sus conciertos que se interesó por la música de vanguardia cundo estaba en Barcelona por un intercambio estudiantil. En varias de sus formaciones ha contado con la presencia del pianista Uri Caine (Filadelfia, 1956) otro gran compositor al que también le gusta el riesgo. Son dos músicos con inquietudes que les llevan a renovar continuamente sus propuestas, en este caso se trata del repertorio de la llamada Sacred Harp (música coral sacra de la iglesia cristiana protestante) llevan un par de discos trabajando en esta idea, Present Joys, Greenleaf Music 2014 y  Devotion en la misma discográfica este año 2019. Este último formó el repertorio de la noche del 29 en el Conservatori del Liceu. Una sala no llena a rebosar como cabría esperar por la propuesta, pero si con muchos estudiantes con ganas de aprender de los maestros. Un primer tema de Douglas para ir presentando el dúo  y ya entraron en materia con Miljosang  Douglas estaba con muchas ganas de comunicar, como suele ser habitual y recordando continuamente que su compañero era nada más y nada menos que Uri Caine. Siguieron con False Allegances, Uri Caine trabajaba sobre una base de cuatro por cuatro como si fuera a ofrecernos un bolero y Douglas metía su trompeta bopera, resultado una maravilla de composición, elegante y rica en matices. A pesar de que el sonido de esta sala no siempre es el ideal, esta pareja suenan maravillosamente y el público lo está disfrutando con ganas. Ellos también están con ganas y temas como este que en el disco duran cinco minutos, no dudan en alargarlos a diez o doce minutos ¡llámale juego o improvisación! Siguieron en el mismo álbum, con Pacific, Douglas que a pesar de situarse entre una silla, las partituras y el micro, no usaba ninguna de las tres cosas, jugaba con su instrumento a sonar alto o flojo creando una bonita sensación de diálogo interior. Volvía a jugar con el compás latino por excelencia y además se divertía metiendo pequeños detalles de Quando, quando, quando (Renis Pericoli) y otras picardías, a su lado Caine alternaba con seguirle el juego o con profundizar en sus propias aventuras más free. En el disco al contar con la batería de Andrew Cyrille, el tiempo es más marcado pero aquí a dúo la libertad es total. Y se lanzan Rose and Thorn, ahora Caine y Douglas caminan de la mano en un canto a la música más espiritual. El público entra repetidas veces a ovacionar las diferentes “salidas de tono” de ambos que dignifican más el tema. Aprovecha Douglas para explicar la historia (supongo que ya la conoces)  sobe como Dizzy Gillespie se quiso presentar a presidente de los Estados Unidos de América y fue nombrando los diferentes ministerios que ocuparían cada uno de los músicos más notables de su generación.  Siguen con We Pray, una balada para ir despidiendo una noche que sabe a show preparado para exportar, pero que contiene todos los ingredientes necesarios para gustar a cualquier público. La trompeta de Douglas suena con esa perfección que tiene los grandes como él o Marsalis, el piano sabe todo lo que va a hacer su compañero y lo envuelve en una gasa suave y cálida, y le llega su tiempo, cuándo Douglas se aparta a un lado, Caine saca todo su arsenal romántico y te deja “colgadito” Quisieron irse, pero estaba cantado que volverían. Y como estaba claro que iban a ceñirse a ese Devotion (que a la salida firmarían a los compradores) cerraron con D’Andrea, otra ocasión para que Douglas jugase con esa gama tan amplia de registros que consigue con su trompeta, siempre sin que ninguna nota este fuera de lugar, mientras Caine sacaba su parte más canalla, que también la tiene.  | Fotografia: Joan Cortès



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